Un amigo cercano, con motivo de una enorme felicidad que lo inunda, publicó en el face una frase que hizo que cayera en una reflección; en ésta que ahora estoy escribiendo. Por favor, si lees esto (y sé que algunos amigos en común leerán esto y sabrán de quién hablo) no pienses que es en alusión tuya: es una estricta meditación en torno a mi propia existencia, a mi propio presente y pasado. Conclusión personal a la que yo llego y que aquí comparto. Sólo eso y nada más.
Pues bien, empecemos con la pregunta central de mi reflexión (ya ni sé si escribe con x o con doble c, señor ilumíname la entendedera...): ¿Cuál es la peor frase que puedes decir a tu alrededor, a tu gente, al mundo entero y que no tenga que ver con cuestiones de salud? El acercamiento con la muerte siempre trae malas noticias. Cualquier frase cercana a un estado de salud delicado siempre ocasionará preocupación y tristeza en el círculo cercano, por ello las descartamos. Enseguida, podríamos empezar por clasificarlas según el ámbito en el que se centran: laborales-académicas, sexuales-personales y afectivas-personales. Ahora explicaré cuáles son cada una de ellas y enumerararé las posibles frases más horrorosas, para al final exponer, de manera personal, cuál es la que considero la peor de todas.
Perder el empleo, que haya quebrado nuestro negocio, sufrir un asalto, ser expulsado de la escuela, reprobar un examen, todas ellas indudablemente son malas noticias, terribles para nuestros seres queridos. Calan en los huesos, hieren al momento de ser mencionadas. Pero tienen una virtud: sanan fácilmente. En nuestras manos está la manera de alcanzar la curación ante una acción y una noticia tan abrumadora como alguna de ellas. Trabajo, estudio, disciplina, fortaleza, esfuerzo y dedicación bien combinadas pueden ayudar a librar rápidamente este mal momento. No es aquí lamentablemente donde encontraremos nuestra frase tenebrosa. Que pena.
Anunciar que eres gay/lesbiana, que serás madre soltera, que eres una mujer sexualmente activa (esto va muy enraizado en el machismo, o más bien dicho, en el menosprecio a la mujer, otro día discutiremos acerca de esto), que sufres de alguna conducta sexual que raya no sólo en lo pervertido sino en lo jurídicamente ilegal, definitivamente trascienden en tu vida. Tu vida quedará marcada, definida por este comportamiento. No habrá posibilidad alguna de que alcances a separarte de estos hechos porque simplemente son reflejo de lo que eres. Te definen y es inevitable. Conviven contigo en tu caminar, en tu hablar, en tu despertar y en cada momento porque no hay manera de que te separes de ti mismo. Es algo con lo que deberás vivir hasta el resto de tus días, y que la gente cercana a ti deberá aceptarlo. De lo contrario, corres el riesgo de ser aislado, separado, ¡expulsado de tu comunidad! ¿Cómo podría ser que anunciar lo que somos sea terrible? Hacemos lo que somos pues es lo que nos define. Falsas amistades y lealtades nos rodean si al anunciar frases semejantes sufrimos rechazo. Trágico el panorama se pinta en este esquema, pero nuevamente no se encuentra aquí la frase buscada, lo cual es verdaderamente lamentable.
Por reducción sospechamos que la peor frase la encontraremos en la última clasificación, las afectivo-personales. "Me caso", "hemos terminado", "nos divorciamos", "hemos decidido vivir juntos", "l@ odi@"... Frases que al ser pronunciadas retumban en nosotros mismos y en todo nuestro círculo cercano, algunas de ellas asemejan buenas noticias pero otras más traen consigo tristezas, amarguras y desilusiones. Enfrentar un divorcio o una separación es complicado para todos quienes nos rodean. Es reiniciar nuestra vida, comenzar una nueva etapa donde no estará más esa persona con quien, para bien o para mal, compartimos mucho o poco. Sin embargo, no son aquellas portadoras de malos augurios las que considero las peores. Son las buenas, las que vinculan y entrelazan a dos, únicamente a dos, las que destrozan emociones y lapidan sentimientos. Un " te amo" es nocivo. Se vuelve adictivo, se exije repetirlo más veces o no volver a decirlo nunca. Si alguno de los dos lo dice, obliga a una reacción inmediata de la otra, que será probablemente todo menos sincera. ¡Se vuelve un parteaguas en la relación! Hiere en lo más hondo porque se clava profundo. Une a dos personas no sólo durante el momento en que la palabra resuena en el ambiente, en su espacio, sino perdura, vive eternamente en las mentes y en los corazones de quienes vincula. Un "te amo" sella un pacto no escrito entre ellos que las entrelazará eternamente hasta que una de las dos ya no exista más. Sólo la muerte de alguno de ellos silenciará tal palabra del aire de estos dos entrelazados, porque existirá y vivirá entre ellos por siempre.
Cuánta maldad encierra la conjunción de un monosílabo y un bisílabo. Bien se comprueba que el mal por donde menos pensamos, ¡de pronto aparece! Mas hay una frase aun más perversa. Quizás sea imposible de creerlo, pero así es. Porque un "te amo" es secreto de dos, encerrado en un susurro nocturno, dentro de ese pacto íntimo que sólo conocen dos y nada más que ellos dos. Pero cuando estás enamorado, gritar a los cuatro vientos dentro de tu círculo cercano "¡por fin he encontrado el amor de mi vida!", o señalarle a la prenda amada "¡eres el amor de mi vida!" es sin duda la crueldad más grande jamás realizada por ser humano. Merecería el mayor castigo. La soledad eterna quizá o el olvido inmediato. Sí, la peor frase es ésta. ¿Cómo puedes decir que es el amor de tu vida? ¿Cómo puedes estar tan seguro, si aun te faltan por conocer a tantas personas más? Es que esa conclusión de "haber encontrado al amor de tu vida" es precisamente lo que te hará truncar de tajo las posibilidades de conocer a otras personas que probablemente te nutran y aviven tu vida más de lo que la persona señalada lo hace ahora. Bien, quizás el argumento futuro lo tomarán muchos como absurdo: no puedo compararlo con algo que aún no conozco. Y es justo allí donde está la peor perversión de esta frase, que destruye y corrompe no sólo el presente y futuro, sino que lacera de muerte el pasado. Y todas las demás personas anteriores, ¿dónde quedan? ¿Es acaso que de pronto, tras el sencillo evento de conocer a alguien, se volvieron polvo? ¿No existieron, no perduraron, no fueron trascendentes en tu vida? ¡Por supuesto que lo fueron! ¿Es acaso que esos años compartidos, o los fines de semana de escape nocturno, o el primer beso dado, o tantos hoteles juntos, o la primer noche pasada en los brazos de alguien, de pronto se esfumaron por el minúsculo imprevisto de haber conocido a alguien más? ¿Y dónde dejamos los sentimientos que desbordaban sobre nosotros aquellos que ahora no recuerdo porque he encontrado al amor de mi vida? ¿Dónde escondemos las palabras que pronunciamos y que dijimos sin recelo porque era lo que sentíamos en ese momento y que, por lo tanto, era sincero? ¿Dónde apilamos las caricias que tantas veces nos consolaron y que nunca pidieron nada a cambio más que pasar el tiempo, ¡ese tiempo!, con nosotros? ¿Es acaso que no valen nada porque simplemente, caminando por la vida, tropecé muy probablemente por accidente, con alguien que ahora ubico, pienso, señalo, represento como el amor de mi vida? ¿Es acaso que la sonrisa que ahora recibo del amor de mi vida es más sincera que aquella que recibí, una mañana de alguien que ni su nombre recuerdo? ¿Cómo puedo albergar tanta crueldad en señalar "es éste y nada más señoras y señores, el verdadero y único amor de mi vida"? ¿Es acaso que por un momento, al pronunciar estas funestas palabras, pensé en la interminable lista de personas con las que viví en su mente, sobre las que abrebé en su pecho, con quienes respiré en su corazón y compartí un instante que duró un día, un mes o un verano? ¡Qué monstruo puede ser aquel capaz de abrumar presentes, destruir futuros y borrar pasados al pronunciar estas palabras! Sin lugar a dudas el peor de todos.
Mas no estoy aquí únicamente para señalar y huir, para destruir sin proponer, oh serpiente repulsiva que emponzoñas y te alejas reptando sin mirar atrás el mal que has causado. Vengo aquí con ustedes, con acusaciones claras y soluciones en mano. Ante las abominables consecuencias de estas dos frases maléficas, ominosas, la solución es sencilla: dilas a todos en todo momento. Di a todos que los amas. Confiésales a todos que fuiste, has sido o serás "el amor de mi vida". ¡No lo dudes o no lo digas nunca! Que bajo el esquema del amor, nunca será el amor demasiado, ni será suficiente el tiempo para mirar caer la lluvia tomado acogedoramente del brazo amado.