Fin del 2012. Inicio del 2013. No se acabó el mundo como los malinterpretes de los mayas afirmaron. Ah, pero ni ellos pudieron impedir que no se acabara el año. Un año más pasado es un año menos de vida en algún pesimista modo. ¡Cuántas impresiones y emociones acumuladas en estos 365 días! Si estás leyendo esto, en algún momento para, y reflexiona todo lo que se fue y que te hizo feliz, y que no volverá más... ¿Ya ubicaste todo ello? ¡Ahora sonríe! ¡Fue parte de tu vida! ¡Cuánta dicha el saber que fuiste feliz con tan poco y que hiciste feliz a muchos! Ahora vuelve a hacer otra pausa y piensa en todo lo que vendrá durante los siguientes meses. ¿Ya lo visualizaste? ¡Ahora vuelve a sonreir, coño! ¡Observa todos los instantes en los que potencialmente podrías ser feliz! ¡Eso es digno de agradecer a quien quieras hacerlo! ¿Y las cosas malas y tristes? ¡Qué coños importan cuando la posibilidad de ser feliz y de hacer feliz a alguien o a tantos está latente! No hay que esconderlas ni subestimarlas, pero tampoco debemos pasarnos la vida pensando en hipotéticos y oscuros escenarios; y si llegasen a existir, pues a enfrentarlos, ¡de cara y con ánimo!
Yo pues aprovecho este espacio para agradecer a todos mis amigos, a mi familia, a mi gente cercana por hacerme cada día una peor persona al volverse ustedes cada vez mejores personas. ¿? No, no hay ambigüedad ni incoherencia alguna, todo aquí es seriedad... Entre más bueno (mejor pues) se vuelve uno, el malo se vuelve más malo (peor pues, para los fijados en la gramática) por el mero contraste. Algo bueno se me contagiará. No menciono nombre alguno en específico en los agradecimientos, porque luego se hieren susceptibilidades, como ocurrió con cierto Rabo en unas intrascendentes dedicatorias... Simplemente gracias a todos... Hasta a los 3 seguidores en twitter que tengo se les agradece y a los contactos del Face que no conozco! Muchas gracias a todos!
Finalmente cierro esta entrada, escrita en vísperas de año nuevo y en el que trabajé durante 8 horas (Captain Ñoño! Y no, no tardé 8 horas en escribir esta entrada...) enumerando algunos breves propósitos para el siguiente año:
1. Comprar un celular al que le dure más la pila.
2. Como consecuencia del punto anterior, espero no volver a dormir en la calle;
3. Como consecuencia de los dos puntos anteriores, probablemente no vuelva a quebrarme una costilla;
4. Como consecuencia de los tres puntos anteriores, creo que podré abandonar la bien llamada "terapia";
5. Reflexionar considerablemente respecto a mi consumo de alcohol. Esto se traduce como "tomar cada vez más fino" y en ningún sentido significa beber menos;
6. No volverme ni influencia ni ejemplo de nadie. Por salud mental propia... Y del otro...
7. Leer más y hablar menos... ¿O leer menos y hablar más? Mmmm no, mejor leer más y escribir más... Sí, así está mejor...
8. Ser más frío y romántico a la vez, pero sin serlo... O sea, así las dos al mismo tiempo. No ser ni uno ni otro sino todo lo contrario... Me explico, ¿verdad?
9. Ser más claro en mis comentarios porque luego no me entienden...
10. Y por supuesto el más importante de todos: hacer todo lo posible para alcanzar la paz mundial.
Feliz año a todos! Y no lo olviden! Que alguno de sus deseos de año nuevo, muchos de ellos ejemplos cínicos del individualismo, ¡sea por la anhelada Paz Mundial!
¡Salud y Felices Trazos!
"Ahora que las tormentas son tan breves y los duelos no se atreven a dolernos demasiado." Nada más que un intento por describir un poco lo que soy, lo que veo y lo que entiendo. Simplificando sueños y vaciando tragos mientras nos enfilamos a la vida que empieza cuando la propia acaba.
lunes, 31 de diciembre de 2012
martes, 25 de diciembre de 2012
El pastel mancillado
No he escrito nada desde que llegamos a las 10mil entradas! Y ya estamos cercanos a las 11mil y nomás nada! Ah, pero no temaís! No es que la muerte o una crónica enfermedad me tenga en vilo, esperando el momento de mi deceso a ese otro mundo que todos sueñan y anhelan pero del que ningún humano ha vuelto. Simplemente he estado demasiado ocupado y quisiera probar una nueva idea para este blog. Pero para ello necesito tiempo y una creatividad que, para ser sinceros, no poseo.
Espero iniciando el año poder incluir aquí, las ideas que vengo maquinando. Nada sorprendente, nada nuevo, pero para mí sí lo sería.
De mientras, les dejo esta pequeña historia. Tenía un año en borrador y ahora ya está terminada. La empecé en un "All inclusive" de Cancún. A ver si les achocolata la vida.
--------------------------------------------
Quebrado en dos partes, aplastado de los bordes, esparcido de sus adentros, el pequeño trozo de pastel achocolatado suspira con tristeza. Ha visto cómo sus demás vecinos de charola, hermanos en algún momento, han partido, han ido a parar tras viajar en plato blanco inmaculado hacia algún rincón del salón. Los ha visto ser devorados por ancianos, por niños, por solteros y casados, por parejas y en familia, entre charlas y sonrisas en alegre reunión. Ha envidiado cómo algún trozo de alguno que en su momento estuvo a su lado, viajó a la boca de una hermosa mujer, o de un joven atractivo o de un señor con anteojos en su haber. Se ha entristecido de cómo alguien depositó en la boca de su acompañante, usando un pequeño tenedor, un trozo de alguno semejante a él.
Bien sabido es que la comida en buffet tiene sus beneficios. Bien puedes comer cuantos platillos quieras, repetir de aquel que tanto te gustó, decir de éste sí de aquel no, o preguntar con descaro "oiga, de eso que trae usted, ¿dónde lo encontró?". Y al ser así, cada trozo de placer que ha sido preparado con mano artesanal con tanto ahínco, puede cumplir esa función celestial de darnos gusto al placer más adicitivo que resulta el buen comer.
Mas es también, cual antiguo Estado fascista, foco de discriminación. Y eso es lo que hoy sufre el pequeño trozo de pastel, quien ha sido cambiado de charola, una y otra vez, juntándole con nuevos inquilinos rebosantes de perfección. Suspira y en silencio llora. Quizás supone que su fin sea el fondo de una bolsa negra, junto a los restos deshechados, a los que cayeron al suelo, a los que mal no fueron devorados en su totalidad. La basura piensa, será mi condenación.
¿Cuál ha sido su pecado para tener tan cruel destino? ¿Qué ojos son los que juzgan su apariencia, otrora perfecta, y que ahora sólo perciben una achocolatada abominación? ¿Quién pudo crearle esas marcas permanentes que hacen que quien está a punto de entregarlo a su acompañante, con firmeza exclame: "¡el magullado no!"? Quizás un niño travieso lo dañó de muerte. Quizás una mano torpe, o unos ojos cansados, miopes, no distinguieron bien sus bordes y le ocasionaron las cicatrices que ahora lo tienen en ese extraño limbo de olvido, existencia y frustración.
"De la vista nace el amor", le han dicho entre risas sus cofraternos de mesón. Él, resignado sobrevive con la esperanza de endulzar el paladar de quien no lo elija por su físico y sí por su dulce corazón. Yo, ajeno a toda esta disertación, me acerco al placentero rincón de los postres donde los olores y sabores se combinan en un paraíso terrenal. Miro al pequeño pastel mancillado y, de sostenerme la mirada, casi siento su incapacidad. Se avergüenza y se esconde: ¡no soportará un rechazo más! Al clavarle la mirada, llego a una conclusión: "algo bueno habrá tenido, pese a su mala condición". Tomo las pinzas y con cuidado lo deposito sobre plato blanco inmaculado, "endulzame la vida, trozo a trozo, hasta tu inminente extinción". Él, aliviado, suspira, "¡por fin, el noble caballero me escogió!". Y al momento de probarlo yo sonrío y él, contento, agradece mi elección.
Espero iniciando el año poder incluir aquí, las ideas que vengo maquinando. Nada sorprendente, nada nuevo, pero para mí sí lo sería.
De mientras, les dejo esta pequeña historia. Tenía un año en borrador y ahora ya está terminada. La empecé en un "All inclusive" de Cancún. A ver si les achocolata la vida.
--------------------------------------------
Quebrado en dos partes, aplastado de los bordes, esparcido de sus adentros, el pequeño trozo de pastel achocolatado suspira con tristeza. Ha visto cómo sus demás vecinos de charola, hermanos en algún momento, han partido, han ido a parar tras viajar en plato blanco inmaculado hacia algún rincón del salón. Los ha visto ser devorados por ancianos, por niños, por solteros y casados, por parejas y en familia, entre charlas y sonrisas en alegre reunión. Ha envidiado cómo algún trozo de alguno que en su momento estuvo a su lado, viajó a la boca de una hermosa mujer, o de un joven atractivo o de un señor con anteojos en su haber. Se ha entristecido de cómo alguien depositó en la boca de su acompañante, usando un pequeño tenedor, un trozo de alguno semejante a él.
Bien sabido es que la comida en buffet tiene sus beneficios. Bien puedes comer cuantos platillos quieras, repetir de aquel que tanto te gustó, decir de éste sí de aquel no, o preguntar con descaro "oiga, de eso que trae usted, ¿dónde lo encontró?". Y al ser así, cada trozo de placer que ha sido preparado con mano artesanal con tanto ahínco, puede cumplir esa función celestial de darnos gusto al placer más adicitivo que resulta el buen comer.
Mas es también, cual antiguo Estado fascista, foco de discriminación. Y eso es lo que hoy sufre el pequeño trozo de pastel, quien ha sido cambiado de charola, una y otra vez, juntándole con nuevos inquilinos rebosantes de perfección. Suspira y en silencio llora. Quizás supone que su fin sea el fondo de una bolsa negra, junto a los restos deshechados, a los que cayeron al suelo, a los que mal no fueron devorados en su totalidad. La basura piensa, será mi condenación.
¿Cuál ha sido su pecado para tener tan cruel destino? ¿Qué ojos son los que juzgan su apariencia, otrora perfecta, y que ahora sólo perciben una achocolatada abominación? ¿Quién pudo crearle esas marcas permanentes que hacen que quien está a punto de entregarlo a su acompañante, con firmeza exclame: "¡el magullado no!"? Quizás un niño travieso lo dañó de muerte. Quizás una mano torpe, o unos ojos cansados, miopes, no distinguieron bien sus bordes y le ocasionaron las cicatrices que ahora lo tienen en ese extraño limbo de olvido, existencia y frustración.
"De la vista nace el amor", le han dicho entre risas sus cofraternos de mesón. Él, resignado sobrevive con la esperanza de endulzar el paladar de quien no lo elija por su físico y sí por su dulce corazón. Yo, ajeno a toda esta disertación, me acerco al placentero rincón de los postres donde los olores y sabores se combinan en un paraíso terrenal. Miro al pequeño pastel mancillado y, de sostenerme la mirada, casi siento su incapacidad. Se avergüenza y se esconde: ¡no soportará un rechazo más! Al clavarle la mirada, llego a una conclusión: "algo bueno habrá tenido, pese a su mala condición". Tomo las pinzas y con cuidado lo deposito sobre plato blanco inmaculado, "endulzame la vida, trozo a trozo, hasta tu inminente extinción". Él, aliviado, suspira, "¡por fin, el noble caballero me escogió!". Y al momento de probarlo yo sonrío y él, contento, agradece mi elección.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)