Hoy comienza lo que el Peje y sus seguidores han decidido llamar la 4ta Transformación. AMLO, el peje, llega a la presidencia de la República tras años de necedad y de insistencia. No 6, no 12, no 18 años, muchos más, siempre apostando al apoyo de las bases para su crecimiento, no a través del propio aparato político como la inmensa mayoría de políticos hacen.
Voté por él las 3 ocasiones que persiguió la presidencia de la República. Sigo pensando que Felipe Calderón, en contubernio con todos los poderes fácticos del país, se robó la presidencia; para mí siempre será el ilegítimo, el espurio, el usurpador y debe ser juzgado por la guerra genocida que desató en un intento por buscar legitimarse, desviar la atención como usurpador y tratar de unir a México en torno a él y su lucha. Sacar al ejército e iniciar una guerra es la más vieja de las estrategias políticas para buscar el apoyo del pueblo. No lo consiguió. Recuerdo cuando Calderón, aún siendo presidente electo, le ofreció a AMLO, quien tenía su plantón en Reforma, un puesto en su gabinete, alabando su trabajo político. Me recordó la desfachatez con la que otro usurpador, el invasor de Maximiliano de Habsburgo llenó de halagos a Benito Juárez, pidiéndole que se uniera a su gobierno monárquico por el bien del Imperio Mexicano. Siempre la misma actuación de los usurpadores.
Si algún historiador, que seguro ya habrá muchos, revisara la vida política de AMLO, seguro encontraría muchas más derrotas que victorias. Y he ahí una de las grandes cualidades del viejito: siempre ha sabido sacarle provecho a cada derrota que sus adversarios (como él los llama) le han propinado. Cada derrota que parecía que sería el fin o que parecía que abrían la posibilidad de que se sentaría a dialogar, el viejito sacó partido, fuerza y nuevas estrategias para continuar en su necedad de alcanzar la presidencia. Es imposible negar que esa necedad y visión para sacar partido de esas derrotas lo tienen hoy como el presidente más votado de la historia, a unas horas de ceñirse la banda presidencial. Y en eso se parece a los liberales que combatieron al Imperio de Maximiliano: derrota tras derrota, perseguidos, arrinconados, simplemente esperando, combatiendo con lo que tenían al alcance a esperar que el propio Imperio, por sus propios errores, se cayera. De igual modo sucedió en la etapa reciente.
Seguiré pensando, como AMLO, que Peña Nieto fue un pelele, un títere de los poderes fácticos. Quizás la presidencia más débil que ha tenido la República. Error tras error, pésima comunicación, ni una sola presencia relevante o brillante en el gabinete. Nada, absolutamente nada. Corrupción tras corrupción. Sean ciertos o no los actos de corrupción denunciados, el gobierno de EPN se preocupó por más por esconderlos que por aclararlos. Un equipo formado por amigos, sin visión de Estado, el peor gobierno priísta, al mismo nivel (o peor) que los dos anteriores gobiernos panistas. AMLO le debe mucho a Peña. Tantos errores y desatinos del gobierno saliente seguro le sumaron muchísimos puntos.
AMLO encabezará la presidencia de la República de nuestro gobierno dominado por la burguesía. Aunque deseo que le vaya bien, no me ilusiono mucho con la tal cuarta transformación: habrá nuevos grupos de poder privilegiados, la riqueza seguirá acumulándose en los grandes capitales y el trabajador seguirá siendo explotado. AMLO dice que es el fin de la política neoliberal en México, aunque seguirá con su economía capitalista. La verdadera transformación se logrará cuando se haya aniquilado de la sociedad mundial a esa clase parasitaria llamada la burguesía. La verdadera transformación se alcanzará cuando deje de existir la clase opresora y todos, absolutamente todos, nos volvamos clase trabajadora. La verdadera transformación será mundial donde poco a poco todos los grandes capitales y todos los medios de producción sean expropiados por los propios trabajadores. La verdadera transformación se logrará con unión del proletariado, jamás por la clase política y menos en contubernio y benevolencia de la clase burguesa. ¡Organización, lectura y discusión!
Voté por él las 3 ocasiones que persiguió la presidencia de la República. Sigo pensando que Felipe Calderón, en contubernio con todos los poderes fácticos del país, se robó la presidencia; para mí siempre será el ilegítimo, el espurio, el usurpador y debe ser juzgado por la guerra genocida que desató en un intento por buscar legitimarse, desviar la atención como usurpador y tratar de unir a México en torno a él y su lucha. Sacar al ejército e iniciar una guerra es la más vieja de las estrategias políticas para buscar el apoyo del pueblo. No lo consiguió. Recuerdo cuando Calderón, aún siendo presidente electo, le ofreció a AMLO, quien tenía su plantón en Reforma, un puesto en su gabinete, alabando su trabajo político. Me recordó la desfachatez con la que otro usurpador, el invasor de Maximiliano de Habsburgo llenó de halagos a Benito Juárez, pidiéndole que se uniera a su gobierno monárquico por el bien del Imperio Mexicano. Siempre la misma actuación de los usurpadores.
Si algún historiador, que seguro ya habrá muchos, revisara la vida política de AMLO, seguro encontraría muchas más derrotas que victorias. Y he ahí una de las grandes cualidades del viejito: siempre ha sabido sacarle provecho a cada derrota que sus adversarios (como él los llama) le han propinado. Cada derrota que parecía que sería el fin o que parecía que abrían la posibilidad de que se sentaría a dialogar, el viejito sacó partido, fuerza y nuevas estrategias para continuar en su necedad de alcanzar la presidencia. Es imposible negar que esa necedad y visión para sacar partido de esas derrotas lo tienen hoy como el presidente más votado de la historia, a unas horas de ceñirse la banda presidencial. Y en eso se parece a los liberales que combatieron al Imperio de Maximiliano: derrota tras derrota, perseguidos, arrinconados, simplemente esperando, combatiendo con lo que tenían al alcance a esperar que el propio Imperio, por sus propios errores, se cayera. De igual modo sucedió en la etapa reciente.
Seguiré pensando, como AMLO, que Peña Nieto fue un pelele, un títere de los poderes fácticos. Quizás la presidencia más débil que ha tenido la República. Error tras error, pésima comunicación, ni una sola presencia relevante o brillante en el gabinete. Nada, absolutamente nada. Corrupción tras corrupción. Sean ciertos o no los actos de corrupción denunciados, el gobierno de EPN se preocupó por más por esconderlos que por aclararlos. Un equipo formado por amigos, sin visión de Estado, el peor gobierno priísta, al mismo nivel (o peor) que los dos anteriores gobiernos panistas. AMLO le debe mucho a Peña. Tantos errores y desatinos del gobierno saliente seguro le sumaron muchísimos puntos.
AMLO encabezará la presidencia de la República de nuestro gobierno dominado por la burguesía. Aunque deseo que le vaya bien, no me ilusiono mucho con la tal cuarta transformación: habrá nuevos grupos de poder privilegiados, la riqueza seguirá acumulándose en los grandes capitales y el trabajador seguirá siendo explotado. AMLO dice que es el fin de la política neoliberal en México, aunque seguirá con su economía capitalista. La verdadera transformación se logrará cuando se haya aniquilado de la sociedad mundial a esa clase parasitaria llamada la burguesía. La verdadera transformación se alcanzará cuando deje de existir la clase opresora y todos, absolutamente todos, nos volvamos clase trabajadora. La verdadera transformación será mundial donde poco a poco todos los grandes capitales y todos los medios de producción sean expropiados por los propios trabajadores. La verdadera transformación se logrará con unión del proletariado, jamás por la clase política y menos en contubernio y benevolencia de la clase burguesa. ¡Organización, lectura y discusión!