¡Cuán fría es esta noche!,más fría la mañana
vacía de derroche
de amores que descarnan
de aquello que pudo ser.
No encuentro mi cordura;
frente al espejo rancio
de sueños y dulzura,
se deshacen despacio
mis viejas taciturnas
manos por unos labios,
sedientos de aventura,
como los míos: vanos,
tristes, mellados, fatuos.
A la vista funesta
de mi ocaso, rendido,
cansado, ya sin fuerza,
yago solo, vencido.
Sin aliento ni abrigo
espero la siniestra
guadaña del olvido
que alivie ésta condena
de esperar un abrazo
donde alcance un remanso
Oscuridad, nada más,
y soledad. No sabré
llegar a la mañana
si no queda por hacer.
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