miércoles, 15 de junio de 2011

Hablemos del amor

¿De qué hablaremos hoy? ¿De la resaca a cuestas que traigo en miércoles? ¿De los arrebatos valentones del espurio? ¿De la inocencia de Hank Rhon porque todo el circo lo hicieron mal? ¿Del gasolinazo, del triunfo de los Mavs, de la gira pospuesta de Sabina? ¿De mi incremento sustancial de consumo de alcohol?

Naaah, hablemos como dice Raphael, "hablemos del amor".

El amor, ¿cuál amor? Ciertamente como dice el Dr. Hiblert de los Simpson: "qué clase de amor, ¿el amor de un hombre por un buen tabaco?" Ah, ese sentimiento casi espiritual que todos sentimos alguna vez. Alguna vez al menos. Lo sienten los niños. También los adolescentes. Lo añoran los adultos y lo recuerdan los viejos. El amor, para algunos, el sentimiento más puro; para otros, la utopía más absurda.

Pero, ¿porqué amar? ¿Porque hacerse amar? Cuando uno ama se vuelve vulnerable de esa persona a quien ama: nada importa, sólo tú. Que digan los demás lo que quieran, lo único que me importa es lo que tú digas. Es entonces amar, deponer las armas de la defensa, entregar al ejército triunfante el estandarte de nuestro corazón. Es una invasión enemiga, que se vuelve estigma, que perfora y hunde sus cimientos en nuestra vida. Dejamos de ser propios, nuestros dueños, para ser suyos, propiedad, pertenencia, hasta que quieran.

Porque cuando amamos, dejamos de ser uno. Y pasamos a ser dos en uno mismo. Ya no pienso para mí mismo ni por mí mismo. Paso a pensar por dos. Entonces, también amar es compartir. Compartir tiempo y espacio. Mi vida es tuya y espero que la tuya sea mía. Mi ritmo de vida lo dicta el tuyo. Dejo de ser "yo", para volverme "nosotros". Respiro porque tú respiras; canto porque a ti te canto; soy yo por que eres tú de mi, ahora y siempre. Camino porque mis pasos me llevan a tu sino. Duermo porque estarás ahí conmigo, cuando despierte, al amanecer.

Y amar además es vida. La vida que me das porque sé que me amas, y me amas porque me das vida y vivo para que me ames toda la vida. No más. Y si un día dejas de amarme, regrésame la vida, porque con tu partida mi vida no es vida sin tu guía. Porque amar, junto a ti, mi vida, la rosa es más rosa, y tras tu sonrisa el sol se esconde mientras tú me realizas. Que se cierren estas cuatro paredes, porque en tu vida, con tu mirada, no hay muros ni barreras que me aprisionen ni que eviten decir que me amas y con eso llenas de vida mi vida, al igual que cuando digo que te amo.

Y el amor ciega. Desborda pasiones inundando razones que te mantedrían alerta y en sigilo. Y ciego de amor, miras luceros, miras montañas lejanas que, con sólo desearlo, escalas porque en la cima está el anhelo deseado, el sueño prohibido que despierta en su mano. Y ciego de amor, te adormeces, sufres heridas mortales y tú ni siquiera palideces, todo se vuelve nada y la nada se vuelve todo, porque de pronto, tú lo eres todo y tú lo iluminas. Y cegado besas, y ciego tocas, y ciego gritas a las mil voces "te amo mi vida", y ciego darías la vida por quien se ha vuelto hoy tus ojos.

Es cierto esto que digo del amor. Y del amar. Todos debemos, alguna vez al menos, amar. Yo amo. Hoy amo. ¡Estoy enamorado! ¡Todo lo que escribí arriba te lo digo hoy a ti! Y aquí lo reafirmo:

Te amo y no te dejaré nunca, espero que tú tampoco me dejes, mi motivo, mi único, mi querido alcohol.

Jeje pinche borracho. Para que veas lo que me haces escribir. Bendito sea el alcohol.
¡Venga Raphael!

No hay comentarios:

Publicar un comentario