Sobran las palabras (pequeñas aves
escurridizas, poderosas) para
decir muy a mi pesar, con tristeza,
no habrá más "Una Carroña" en mi mesa
que mi gula poética apagara,
hiriéndome como afilados sables.
La responsabilidad (mal de algunos,
bien de pocos) se retuerce en mi espalda:
premuras, candidaturas, seguidas
de algunas injurias, cortas diatribas,
claman mi atención. ¿Dónde hallar la calma
que hace al verso nuestro último refugio?
Baudelaire puede esperar, como todo,
tiempos mejores. Tiempos que permitan
sentir a Neruda siendo hoy rescoldo,
y a Borges con su palabra precisa.
escurridizas, poderosas) para
decir muy a mi pesar, con tristeza,
no habrá más "Una Carroña" en mi mesa
que mi gula poética apagara,
hiriéndome como afilados sables.
La responsabilidad (mal de algunos,
bien de pocos) se retuerce en mi espalda:
premuras, candidaturas, seguidas
de algunas injurias, cortas diatribas,
claman mi atención. ¿Dónde hallar la calma
que hace al verso nuestro último refugio?
Baudelaire puede esperar, como todo,
tiempos mejores. Tiempos que permitan
sentir a Neruda siendo hoy rescoldo,
y a Borges con su palabra precisa.