jueves, 20 de enero de 2011

Una Carroña

El siguiente texto fue la misiva que envié al círculo literario en el que participo aquí en el IFUNAM con motivo de mi, muy lamentable, decisión de no continuar al menos temporalmente en esas ondas líricas, reconfortantes por cierto. Quise compartirlo con todos ustedes por la sencilla razón que es mi blog y puedo poner prácticamente lo que quiera, además de que por lo general me gusta todo lo que escribo. Los compañeros decidieron llamar al círculo literario "Una carroña", con motivo del poema homónimo de Charles Baudelaire.

Sobran las palabras (pequeñas aves
escurridizas, poderosas) para
decir muy a mi pesar, con tristeza,
no habrá más "Una Carroña" en mi mesa
que mi gula poética apagara,
hiriéndome como afilados sables.

La responsabilidad (mal de algunos,
bien de pocos) se retuerce en mi espalda:
premuras, candidaturas, seguidas
de algunas injurias, cortas diatribas,
claman mi atención. ¿Dónde hallar la calma
que hace al verso nuestro último refugio?

Baudelaire puede esperar, como todo,
tiempos mejores. Tiempos que permitan
sentir a Neruda siendo hoy rescoldo,
y a Borges con su palabra precisa.

sábado, 8 de enero de 2011

¡Bendito sea el alcohol!


¿Cuántos lamentos incitan los osados?;
¿cuántas caricias se desbordan sin control
cuando uno se torna, más que humano,
en emancipador del dolor?

¿Cuanta pasión engendran los descorazonados
que no miden sus razones
más que por los besos entregados
a descaro y sin rencor?

¡Qué desgano me provoca tu cintura!
¡Qué matices difuminan tu perfil!
Sombra y luces se entrecruzan,
renazco y muero ya por ti.

¡Qué bendición enciende tu boca!,
¡qué centella ilumina tu fulgor!
¡qué claridad matiza mi poema,
la misma que me hace hablar de amor!

¡Qué modestia en su conciencia
brindas a los elegidos!
la que sólo en tu presencia
el cojo baila en charcos que son ríos.

¡¡Bendito sea el alcohol!!

miércoles, 5 de enero de 2011

Alcanzando convergencia

Con el transcurrir del tiempo
alcanzamos convergencia;
tu tiempo es el mío, nuestro,
y el mío no existe más; pues
se torna, en tu aliento suave,
el instante en que soy feliz.