miércoles, 6 de febrero de 2019

Pedaleando de noche en CDMX

Bueno, pues les cuento que coincidí con una chica en bici. Comenzamos nuestro trayecto juntos desde la altura del Walmart de universidad, muy cerca de CU. Ibamos muy felices pedaleando, ella delante mío y yo de chismoso viendo qué maniobras hacía. Sospeché que venía de CU porque portaba una mochilita azul con su cilindro de agua. Además, mi instinto, ese que pocas veces me juega engaños, me indicó que ella estudiaba arquitectura o diseño. Algo me hizo pensar eso y, por favor, no me pidan razón lógica alguna; solo lo percibí con el olfato de la vista, u know what I mean. En el tramo que va justamente de ese walmart al otro walmart de Miguel Angel de Quevedo, que no serán más allá de 800 m, vi que no pedaleaba mal para la bicicleta urbana sencilla que traía. Portaba su casco azul que me hizo confirmar su formación en arquitectura (insisto, no me pregunten por qué). Los que conocen ese cruce de Av. Universidad y M. A. de Quevedo saben que es un desmadre a toda hora por los camiones. Mi estrategia era tomarmelo sin prisa. Avanzar conforme los coches y los camiones a la vez que decidí observar cómo maniobraba la chica. Trató de meterse entre coches y no pudo. Se detuvo a centímetros de un camión cuando los coches de su izquierda empezaron a avanzar. Ella, por intentar su maniobra que no resultó, estaba entre dos carriles. Yo, en medio del carril y atrás del camión, permití que se incorporara delante mío. Luego, se coló por la derecha del bus sin importarle que la gente sube al bus o se atraviesa. No supe cómo la libró. Yo, con tranquilidad pude pasar hasta adelante y detenerme en el cruce dentro de la zona especial para bicicletas donde volvímos a coincidir. Cruzamos M.A de Quevedo y seguimos por Universidad. La rebasé y fue cuando me di cuenta del peligro: la chica, estudiante de arquitectura o diseño, no traía ni una puta luz, ni delantera ni trasera. Y ese tramo de Coyoacán es muy oscuro. Y yo, aunque tengo casco, no me gusta usarlo porque me veo más cabezón y así menos saldré de la soltería, pero salir de noche sin luces es tremenda pendejada. Fue entonces que decidí esperarla y ponerme atrás de ella y ser sus luces para que nos vieran. No es que yo tenga un culo grande, ¿verdad?, pero traigo una intermitente chingona. En fin, la niña siempre intentó rebasar a los buses por su lado derecho, el extremo derecho de la avenida. Yo no sé qué indica el reglamento de tránsito, pero es obvio que rebasar a los camiones por el lado derecho es tremenda pendejada porque simplemente no te ven. Yo, en cambio, prefiero mantenerme visible y rebasar por el lado izquierdo, de modo que los autos que van en los carriles centrales me ven. La chamaca pendeja no. Siempre pegada al lado derecho. Finalmente, en el cruce de Universidad y Río Churubusco, que es otro cruce conflictivo, puso la cereza al pastel de su pendejismo. Se subió a la banqueta y cruzó Río Churubusco sin fijarse siquiera en los coches que dan vuelta a la derecha. ¡Vi claramente cómo estuvieron a punto de llevársela! Claro, el conductor del coche lo que menos espera es que le salga un pendejo en bici. Yo, en cambio, seguí mi estrategia: siempre visible en el lado izquierdo del carril derecho, así anuncio que no daré vuelta y tiraré recto.
Después de ese cruce, le di mi bendición y yo tomé rumbo a Gabriel Mancera, ahí por Centro Coyoacán y ella quién sabe para dónde siguió. Yo solo espero que no la hayan planchado por imprudente y mensa más adelante porque ¡qué sería de este país sin una futura arquitecto!

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