domingo, 26 de abril de 2009

Otelo y la crisis del moquillo porcino

En esta enorme ciudad de México, ¿qué es lo que se puede hacer con 30 pesos en jueves por la noche? Siempre está la opción de irse uno a su casa y ver la tele y con la enorme fortuna que dan 3 monedas de $10.00 y comprarse unas chelas con todo y chetos.
Pero con esas 30 monedotas de a peso, uno puede pararse en el Centro Cultural de la UNAM y disfrutar de una gran puesta en escena. El jueves pasado pude disfrutar de mi tragedia favorita: Otelo de William Shakespeare. De hecho estoy tan obsesionado con esta obra de mi cuate Chaquespeare, diría Cantinflas, que tengo la ópera compuesta por Verdi en DVD y en CD con Plácido Domingo, aunque nunca he visto la versión cinematrográfica con Laurence Fishburne.
Justamente mi alter-ego, Yago, o Iago según como se escriba, es el nombre del mal encarnado en la obra. Sólo hay alguien más malo que Yago en toda la historia; y ese es Darth Vader, jeje. Yago representa una maldad primitiva, quizás la más arraigada al hombre: la envidia. Y para ello utilizará la mejor herramienta: los celos. Yago envidia a Otelo, el moro. Y con tal de ver hundido al moro será capaz de todo. Y he ahí la grandeza de Yago. Crea las intrigas más grandes de la historia, emponzoña los oídos y el corazón con ayuda de un pañuelo y de la confianza que la gente tiene hacia él. "¿Es verdad lo que me dices Yago?", inquiere Otelo a Yago; "protesto que es con toda la verdad de mi afecto y mi honrada bondad" responde acertadamente. Yago es el mal que está en casa, en el hombro de quien lloras, en la mano en quien confías, en los ojos que miras buscando sinceridad y alivio, en quien menos dudas como muchas veces ocurre en la vida real; es su as bajo la manga. Al final Yago pierde, sufre el castigo de sus maquinaciones provenientes de las piras más ardientes del infierno; pero el mal está hecho, su maldad persistirá en todos los que le rodean más allá de su propia muerte. Nadie a su alrededor podrá olvidar la peste que infestó. La gloria que lo magnifica y que lo condena.
Yago es mi sueño; anhelo ser Yago, pero se bien que jamás lo seré.
Lo curioso es que una hora después de salir del teatro, y que iba rumbo a mi casa, por la radio se anunció que teníamos la epidemia de influenza, o como suena mejor, inició la crisis del moquillo porcino. La ponzoña de Yago se había vertido en las calles. Hasta donde entiendo, el bicho este no es mortal. Pero si no se detecta a tiempo, la infección respiratoria puede terminar en una neumonía que sí lo es. Pero lo terrible son las limitaciones para la ciudadanía. Estamos en una crisis en la que no hay dinero para comprar nada. Ahora para colmo, es riesgoso salir a lugares publicos. Y cómo no, si la ciudad de México es la más densamente poblada del mundo. ¡El riesgo de contagio es mucho mayor! Claro que la pregunta que a todos martiriza es, ¿vendrá Milla Jovovich a rescatarnos?
Yo digo que esto que le pasa a la ciudad de México, ¡es castigo de Dios! ¡Eso nos pasa por ser una ciudad en la que se permite legalmente el aborto, la muerte asistida y el matrimonio entre homosexuales! Debo aclarar que esto es
broma por supuesto, pero como luego me reclaman que porqué digo lo que digo pues lo aclaro desde el principio, aunque lo estoy haciendo mejor al final. ¡Nunca alcanzan a distinguir mi sarcasmo! Aunque pensándolo bien, creo que yo tampoco podría. En fin, no dudo que ya habrá gente diciendo cosas como estas. Si la santísima Madre Teresa de Calcuta dijo que los homosexuales merecían la enfermedad del SIDA por la vergonzosa vida sexual que llevaban, no dudaría que viniera el vecino y dijera algo parecido.
By the way, si uno debe estar en casa enclaustrado los próximos días, nada mejor que leer un libro o disfrutar algún buen disco.
Así que a petición del público inteligente y conocedor, hoy iniciaremos la sección:

Tracks & CD's!
Si hemos de iniciar esta sección debe ser con un grupo legendario y con un album histórico. Sin duda, The Dark Side of The Moon de Pink Floyd es la mejor opción. Una de las obras maestras de todos los tiempos de rock progresivo inglés grabado en 1973, este disco se disfruta desde el principio hasta el final. Sentarse, relajarse y escuchar a una de las más influyentes bandas y sus ideas vanguardistas te hacen volar en un sin fin de emociones psicodélicas. Time, The Great Gig in the Sky y Us and Them son ejemplos de esto. ¡Auténticos orgasmos auditivos! ¡Todo el disco lo es! Claro que si tu predilección es la huaracha sabrosona o la irresistible tambora de Lupillo Rivera, este disco te parecerá insipido. Como preferir las mojarras del mercado a comer auténtico pez vela. En fin, este disco está en mi Top Ten. Si jamás lo has escuchado, vale la pena los 43 minutos de duración. De lo mejor jamás grabado.
En fin, a ciudarse y acatar las órdenes sanitarias. ¡Ya que!

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